¿Llorará China por Argentina?

El 10 de diciembre, Argentina tomará posesión de su nuevo presidente, Javier Milei. Como era de esperar tratándose de alguien apodado El Loco, Milei no deja indiferente a nadie, y seguramente todos sus movimientos una vez en el cargo serán seguidos de cerca. Su política hacia China no será una excepción.

Poco después de su elección -en una entrevista con Tucker Carlson- Milei advirtió que no haría negocios con China, ni de hecho con ningún "comunista", sugiriendo que eso sería incompatible con su papel de "defensor de la libertad, la paz y la democracia". Anteriormente se había referido a China como un "asesino". Sin embargo, más tarde, Milei cambió de tono y agradeció a Xi Jinping su mensaje de felicitación. Esto sugiere que Milei, sea cual sea su antipatía personal hacia los gobernantes y el sistema chinos, reconoce que una disputa con Pekín sería probablemente un comienzo poco propicio para su administración.

China es el segundo socio comercial de Argentina, después de Brasil, país con el que la relación del Gobierno de Milei será tensa. Más allá del comercio, China ha invertido miles de millones de dólares en Argentina a través de proyectos estratégicos, como centrales de litio y energía solar en el norte y una estación espacial en la Patagonia. Y Argentina ha recurrido a una línea de swap de divisas con China para hacer frente al servicio de su deuda con el FMI.

Teniendo en cuenta todo esto, la realpolitik dicta que Milei debe hacer las paces con China, aunque en el fondo tenga una opinión desfavorable de su gobierno. Y con el tiempo, una vez que visite China e interactúe de manera más significativa con los funcionarios chinos, podría reconsiderar sus opiniones sobre el país. De hecho, esto es lo que ha ocurrido con su homólogo en el vecino país de Chile, Gabriel Boric, que parece haberse acercado a China desde que llegó al poder, a pesar de sus críticas anteriores al historial de China en materia de derechos humanos. Aunque Milei tendrá mucha menos afinidad ideológica con Pekín que el izquierdista Boric, es probable que el reformista económico que hay en él sienta al menos cierta admiración por el enfoque pragmático del desarrollo económico chino.

También es probable que China adopte un enfoque pragmático hacia el presidente Milei, como hizo tras su victoria, pasando por alto sus anteriores alardes y optando por felicitarle. Milei ha prometido aplicar una "terapia de choque" para sacar a la economía argentina de su actual estancamiento. Aunque en ciertos círculos se es optimista respecto a la posibilidad de que el planteamiento de Milei funcione, también se teme que "la dolarización y la austeridad fiscal sean altamente deflacionistas, lo que significaría que las tasas de desempleo y pobreza podrían dispararse, sumiendo a Argentina en una caída en picado desordenada y, posiblemente, provocando protestas masivas y disturbios civiles".

En estas condiciones, China está bien situada para ayudar a hacer más llevadero el viaje económico de Argentina. Aumentar los niveles de inversión china podría ayudar a compensar el impacto de cambios económicos perturbadores. Mientras tanto, mantener el mercado chino abierto, y quizás hacerlo más, a las exportaciones argentinas aportará una medida de estabilidad muy necesaria. Si, al fin y al cabo, China demuestra ser una influencia positiva a medida que Milei lleva a cabo su ambiciosa plataforma, podría salir reforzada en su papel de socio estratégico clave de Argentina.

Seguir leyendo

Comercio internacional