Bienvenidos a la jungla: El auge del tigre de papel y las tácticas litigiosas agresivas

Los abogados son cada vez menos civiles

En el mundo de los litigios, cada vez es más frecuente lo que yo llamo el "tigre de papel". El artículo 9.7 del Reglamento Judicial de California exige que todos los abogados se comporten con dignidad, cortesía e integridad, y en la mayoría de los estados existen normas éticas similares. Las Reglas Modelo de Conducta Profesional de la American Bar Association sirven de base a estos códigos, haciendo hincapié en la profesionalidad y el civismo en toda la profesión jurídica del país. Incluso fuera de EE.UU., muchos países han establecido códigos éticos para los abogados, subrayando la importancia mundial de mantener una conducta respetuosa y ética en los litigios.

No obstante, he sido testigo de un notable alejamiento del civismo. Una nueva complejidad de este fenómeno es la adopción de una postura agresiva en las peticiones escritas mientras se mantiene un barniz de cortesía y urbanidad en persona o por teléfono.

Agresión por escrito frente a urbanidad en persona

Como abogado experimentado, me he encontrado con adversarios que son tigres de papel. Sus peticiones están llenas de lenguaje venenoso, ataques personales y retórica incendiaria. Cada párrafo parece diseñado para provocar, intimidar y socavar. A menudo estos ataques no tienen relación con los hechos o las cuestiones jurídicas en juego y carecen de toda relevancia. Es frustrante gastar el tiempo y el dinero de los clientes en refutar estas cuestiones sin importancia, especialmente cuando no tienen ninguna relación con el caso real. Ese es su propósito.

Sin embargo, cuando se trata de interacciones cara a cara o conversaciones telefónicas, estos mismos abogados adoptan una personalidad totalmente diferente. Son corteses, afables y aparentemente razonables. Atrás quedan las púas y los insultos; en su lugar, entablan un discurso cortés y mantienen un aire de profesionalidad. Es un contraste chocante que puede dejar desorientados y desequilibrados incluso a los abogados más experimentados. Estos ataques agriarán la relación entre los abogados de las partes, lo que puede hacer casi imposible llegar a un acuerdo o a una resolución sin llegar a juicio.

Factores que impulsan las tácticas agresivas en los litigios

¿Qué hay detrás de esta dicotomía? ¿Por qué algunos abogados recurren a tácticas agresivas por escrito mientras mantienen el civismo en persona? La respuesta está en la estrategia de litigación y su uso parece estar directamente relacionado con tres factores: 1) La debilidad del caso; 2) La habilidad del abogado; y 3) El control o falta de control que el abogado ejerce sobre su cliente.

En mi experiencia, estas mociones excesivamente agresivas son un intento deliberado de ganar ventaja, intimidar y disfrazar un caso débil. Al lanzar ataques personales y emplear un lenguaje incendiario, estos abogados también buscan poner a sus adversarios a la defensiva y debilitar a su oponente a los ojos del tribunal. Sin embargo, cuando se trata de interacciones directas, estos mismos abogados muestran poco o ningún signo de la exagerada agresividad escrita. Entienden que mantener una fachada de civismo puede ser más eficaz para lograr sus objetivos y saben que los tribunales no tolerarán su teatralidad en persona. Al mostrarse civilizados, pueden parecer razonables incluso cuando defienden posturas poco razonables.

Rara vez es una estrategia eficaz y a veces puede resultar contraproducente. Tal fue el caso en una vista reciente a la que asistí. Un abogado acusó al otro de intenciones nefastas en su moción. Al ser interrogado por el tribunal, el mismo abogado se retractó y describió la acción como "procesalmente incorrecta, sin mencionar en ningún momento la intención". El tribunal no se dejó engañar por el brusco cambio y reprendió al abogado por su uso de un lenguaje incendiario y denegó la moción.

Abordar el comportamiento agresivo

Para los abogados que reciben este tipo de tácticas, navegar por este terreno puede ser todo un reto. Requiere un delicado equilibrio de asertividad, compostura y pensamiento estratégico, así como una piel gruesa. Aunque es tentador responder de la misma manera a las peticiones agresivas por escrito, esto puede agravar las tensiones y hacer el juego al abogado contrario. Esto no quiere decir que los abogados que son víctimas de este comportamiento sean impotentes para detenerlo. Los tribunales pueden intervenir e imponer órdenes de protección si el comportamiento ha llegado al nivel de acoso. A veces es la única manera de poner fin al comportamiento ofensivo.

Mantener la ética profesional ante los retos de los litigios

La defensa eficaz, no las justas verbales, es la medida de la habilidad de un abogado. Los abogados no sólo deben defender la ley, sino comportarse con integridad y elegancia. Espero que el auge del tigre de papel pronto tenga su último rugido y se vuelva a la civilidad.