Cuando las acciones hablan más alto que los contratos: Una victoria legal en una disputa entre socios
En los negocios, las sociedades suelen surgir de relaciones personales y, cuando las cosas van mal, las complejidades jurídicas pueden ser asombrosas. Recientemente, tuvimos el privilegio de representar a un cliente en una disputa de asociación que resultó en una gran recuperación para nuestro cliente.
Este caso es un recordatorio de que, incluso sin acuerdos formales, la ley puede proteger sus intereses empresariales.
El caso: Una asociación en la práctica, si no sobre el papel
Nuestro cliente acudió a mí con un caso en ruinas. Necesitaba un nuevo abogado debido a errores anteriores y prolongados en el transcurso del litigio que dejaban desoladas sus posibilidades de recuperación. Me hice cargo del caso. Debería decir que aceptamos el caso, porque no estaba solo. Nuestro equipo de abogados y auxiliares limpió el expediente, eliminó la palabrería y se centró en las principales causas de la acción.
Fundamentalmente, se trataba de un litigio entre socios. Nuestro cliente y el demandado se habían propuesto formar dos empresas y repartirse los beneficios. El problema fue que hicieron poco por escrito. De manera informal, sentaron las bases y cada uno asumió sus funciones individuales en las empresas para generar ingresos y obtener beneficios que ambos compartían.
Esta aventura empresarial empezó con una gran amistad, como muchas otras. Ambos se conocían desde hacía muchos años. Eran amigos, y su amistad progresó rápidamente hacia el terreno de los negocios. Los proyectos que iniciaron juntos incluían restaurantes, bares y, finalmente, la construcción. A lo largo de sus aventuras emprendieron sus proyectos como socios, aportando ambos su experiencia y habilidad para el objetivo común del beneficio mutuo.
Pero por una serie de razones, la relación entre estos socios se deterioró, y el acusado empezó a ocultar actividades empresariales a nuestro cliente. La pareja se distanció y la amistad se agrió. Finalmente, el acusado negó la existencia de una sociedad mercantil, reivindicó la propiedad exclusiva de las empresas, reclamó todos los beneficios para sí y destruyó o perdió todas las pruebas del dinero al que nuestro cliente tenía derecho. Mi cliente estaba perdido, con escasa documentación para probar la existencia de una sociedad -sin contrato de sociedad, sin acuerdo de explotación, sin contrato escrito- se vio en la precaria situación de tener que probar la existencia de una sociedad cuando dicha existencia no figuraba en ningún acuerdo de sociedad escrito.
Construir el caso: Demostrar la asociación
Aunque nuestro cliente tenía poca documentación que demostrara su asociación, sabíamos que las acciones podían hablar más alto que los contratos. Reunimos pruebas que demostraban su asociación a través de sus comportamientos e interacciones a lo largo de los años. Mensajes de texto, documentos de préstamos, acuerdos de reparto de beneficios y testimonios de testigos apuntaban a la realidad de su relación comercial.
Argumentamos que, a lo largo de los años, la pareja había actuado como socios. Tomaban decisiones empresariales como socios, se hablaban a diario por mensajes de texto como socios, celebraban reuniones de socios como socios, figuraban en los documentos de préstamo como socios, se repartían los beneficios como socios y ambos tenían acceso a las cuentas de la empresa como iguales. Sus clientes sabían que eran copropietarios de una empresa con ánimo de lucro. Y eso es lo que teníamos que demostrar al tribunal. Y lo hicimos.
Con arreglo a la legislación de Washington, la creación de una sociedad personalista es inamovible. Y es fácil crear una sociedad. Tiene poco que ver con el papeleo y mucho con que las partes se asocien como copropietarias de un negocio con ánimo de lucro. Una sociedad es una entidad jurídica distinta que puede poseer bienes, aunque sólo estén a nombre de uno de los socios. Y éste era un caso en el que las entidades empresariales implicadas sólo figuraban a nombre de una persona, el demandado, y no de nuestro cliente.
El Juicio: Descubrir la verdad
Cuando su relación se agrió, mi cliente fue estafado en su negocio, sus beneficios, su salario e incluso su casa que ambos compartían. El caso era amargo y estaba mezclado con los restos de una larga amistad destruida. Nuestro trabajo consistía en llegar al fondo del asunto y demostrar una verdad que existía desde el principio. Una verdad que la otra parte negaba categóricamente.
Llevamos el caso con el objetivo de demostrar la existencia de una sociedad entre las partes implicadas, afirmando así el derecho de nuestro cliente a una parte de los beneficios. A pesar de las alegaciones del demandado de que nuestro cliente era un mero empleado sin participación en el negocio, el tribunal falló a nuestro favor. El veredicto se produjo tras un juicio exhaustivo en el que el único medio de prueba disponible -el testimonio de testigos- resultó crucial. Dada la destrucción de documentos pertinentes por parte del demandado, fue vital que contáramos con testigos que declararan sobre los ingresos del negocio y la sociedad. El tribunal consideró creíbles a nuestros testigos, lo que contrasta fuertemente con su opinión sobre el testimonio del acusado. Este caso subraya el valor de la persistencia y el uso estratégico del testimonio de testigos ante la escasez de documentación.
Cuando llamamos al acusado al estrado, le pedimos que admitiera sus fallos. Y lo hizo. Admitió que tenía obligaciones fiduciarias. Admitió haberlas incumplido. Admitió haber destruido o no haber protegido los registros del caso, admitió haber falsificado documentos fiscales y haber declarado ingresos inferiores a los reales, y admitió haber emprendido proyectos independientes y haber recibido ingresos y beneficios que no compartió con nuestro cliente de conformidad con los términos del acuerdo de asociación de la pareja.
En el juicio, desenmascaramos la mala conducta del acusado. Admitió bajo juramento haber incumplido sus obligaciones fiduciarias, falsificado documentos fiscales y destruido registros. Mediante el testimonio de testigos y contrainterrogatorios, demostramos la existencia de la sociedad y el derecho de nuestro cliente a una parte de los beneficios. El tribunal falló a favor de nuestro cliente.
Principales conclusiones
Este caso subraya las protecciones legales que pueden aplicarse incluso en tratos comerciales informales.
Nuestro cliente obtuvo una sentencia favorable, y tuvimos el privilegio de guiarle hacia esta merecida victoria. Recuerde, independientemente de la informalidad de sus acuerdos empresariales, sus derechos e intereses legales siguen estando protegidos. Usted tiene derecho a los frutos de su trabajo y de sus contribuciones a cualquier empresa, independientemente de las posteriores disputas o reclamaciones de sus socios.
Si se encuentra en una situación similar, tenga la seguridad de que sus derechos están protegidos por la ley y de que nuestro equipo de litigios está preparado para ayudarle a reclamar lo que legítimamente le pertenece.