Tres años después de que Tailandia se convirtiera en la primera nación asiática en despenalizar el cannabis, su innovadora política puede venirse abajo por la agitación política. La reciente salida del partido pro cannabis Bhumjaithai de la coalición gobernante ha dejado el control en manos de los prohibicionistas.
La inestabilidad política lo amenaza todo
El Parlamento de Tailandia se enfrenta a una posible disolución en medio de peticiones de destitución de la primera ministra Paetongtarn tras filtrarse una llamada telefónica en la que llamaba "tío" al ex primer ministro camboyano Hun Sen y prometía "ocuparse" de sus preocupaciones, refiriéndose incluso a un destacado comandante del ejército tailandés como parte del "bando contrario". En un país con 12 golpes de Estado exitosos y 31 primeros ministros desde 1932, la agitación política no es una especulación, sino una pauta. Ya sea a través de maniobras parlamentarias o de la intervención militar, la perturbación hará descarrilar la reforma del cannabis junto con todo lo demás.
La coalición que no pudo mantener
Tras las elecciones de 2023, el partido anticannabis Move Forward fue el más votado, pero no pudo formar gobierno. El segundo clasificado, el Partido Pheu Thai (también contrario a la reforma del cannabis), tomó entonces una fatídica decisión: en lugar de alinearse con Move Forward, ideológicamente afín, formó una coalición con partidos conservadores, entre ellos Bhumjaithai, los artífices de la despenalización.
Este matrimonio de conveniencia estaba condenado desde el principio. Pheu Thai prometió restringir el cannabis al uso médico, mientras que Bhumjaithai y su líder, Anutin Charnvirakul, se negaron a abandonar su logro emblemático. A mediados de 2024, la coalición renunció a dar marcha atrás, pero la división en torno al cannabis se sumó a la fractura política que estaba rompiendo el Gobierno.
La salida de Bhumjaithai abre la puerta a la prohibición del consumo por adultos
Con Bhumjaithai fuera del Gobierno, el movimiento pro-regulación ha perdido su voz más fuerte en el Gobierno. Esto despeja el camino para que Pheu Thai (cuya coalición tiene ahora un estrechísimo margen) se alinee con Move Forward (ahora el opositor Partido Popular), un partido igualmente hostil a la liberalización del cannabis. Lo que comenzó como una política agrícola y de salud pública innovadora se enfrenta ahora a un posible retroceso en lugar de a la regulación. De hecho, pocos días después de que Bhumjaithai abandonara la coalición, el Ministerio de Sanidad empezó a avanzar en la recriminalización del cannabis. El Ministerio de Salud emitió avisos de que pronto se requerirán recetas médicas para acceder al cannabis mientras el gobierno trabaja en una política de recriminalización más amplia. Además, la semana pasada la Oficina de la Junta de Fiscalización de Estupefacientes "desplegó a más de 100 agentes en una redada coordinada de 20 tiendas de cannabis en todo Bangkok".Aunque el ministro de Sanidad subrayó que la redada no tenía ninguna relación con la salida del Partido Bhumjaithai de la coalición gobernante, esta medida no puede pasarse por alto como una señal de lo que está por venir.
El limbo jurídico perjudica a todos
El cannabis se encuentra actualmente en un vacío normativo que no beneficia a nadie (ni a los prohibicionistas ni a los defensores). Aunque ya no está clasificado como estupefaciente, no existe un marco nacional que regule el cultivo, la distribución o la venta de cannabis en Tailandia. Los productos no regulados y no probados son la norma, no la excepción. Miles de dispensarios operan sin directrices legales claras, creando pesadillas de cumplimiento para los inversores y confusión para los consumidores.
Cuanto más dure este "salvaje oeste", más munición proporcionará a los defensores de la prohibición. Cada incidente relacionado con productos inseguros, el acceso de los jóvenes o el desorden público se convierte en una prueba de que la despenalización fue un error. Los defensores de la reforma del cannabis están perdiendo la batalla narrativa por defecto: la ausencia de regulación crea los mismos problemas que los opositores utilizarán para justificar la recriminalización. Sin controles de calidad, restricciones de edad y una supervisión adecuada, la sociedad tailandesa soporta los costes mientras las fuerzas de la prohibición recogen los beneficios políticos.
Por desgracia, sin la voz de Bhumjaithai en el gobierno, cualquier ley se inclinará ciertamente hacia la prohibición más que hacia la regulación.
El potencial del cannabis medicinal sigue sin explotarse
Tailandia podría dominar los mercados mundiales de cannabis medicinal, dadas sus ventajas agrícolas y su experiencia en el cultivo. Pero los compradores internacionales exigen coherencia jurídica, calidad normalizada y cumplimiento de las normas comerciales, algo que no existe en el sistema actual. Sin una regulación nacional formal, los productores tailandeses siguen en gran medida excluidos de las lucrativas oportunidades de exportación. Con Pheu Thai centrándose en el cannabis medicinal, la claridad podría ser un punto positivo en un futuro marco regulador prohibitivo.
No hay un camino claro
La inestabilidad política tailandesa hace improbable una reforma positiva del cannabis a corto plazo. Si surgen nuevas leyes rápidamente, parece que restringirán más que regularán. Ya estamos viendo anuncios políticos del Ministerio de Sanidad que verifican esta tendencia a la restricción.
La disolución del Parlamento reiniciaría todo el proceso político: nuevas elecciones, nuevas coaliciones, nuevas prioridades. Una nueva victoria electoral de Pheu Thai o de Move Forward/People's Party podría ser aún más desastrosa para el cannabis.
Lo esencial
El experimento tailandés con el cannabis se hunde en el caos político. En ausencia del partido Bhumjaithai, los dirigentes prohibicionistas ya están tomando medidas para reducir el acceso a favor de un programa restrictivo exclusivamente médico. A menos que cambien los vientos políticos y Bhumjaithai recupere su influencia en el Gobierno, el experimento del salvaje oeste tailandés parece abocado a la extinción.
Esperemos que este cuento con moraleja enseñe a la comunidad cannábica mundial una lección crítica: la despenalización sin regulación puede ganar aplausos a corto plazo, pero puede crear un caos que los defensores de la prohibición exploten para justificar la reversión. Ya lo advertimos en 2022, cuando explicamos lo que significaban realmente las reformas tailandesas, y escribimos: "parece que el Gobierno puede acabar jugando a ponerse al día a medida que el crecimiento del mercado supere a la regulación."
Cuando la política crea un vacío normativo en lugar de un marco estructurado, los opositores no necesitan fabricar problemas, simplemente señalan el inevitable desorden y declaran que el experimento ha fracasado. El fracaso de los esfuerzos de reforma en Tailandia es un claro recordatorio de que una reforma sostenible del cannabis requiere una regulación deliberada, no sólo la ausencia de penalización.